Machu Picchu también combate la crisis de turismo masivo

El turismo masivo dejó de ser un problema exclusivo de destinos icónicos en Europa como Venecia o Dubrovnik. Hoy, este fenómeno se extiende a América y amenaza algunos de los atractivos más visitados del planeta. Desde el santuario histórico de Machu Picchupasando por las playas del Caribe y los parques nacionales de Estados Unidos y Canadá, millones de viajeros ponen a prueba la capacidad de carga de ecosistemas frágiles y ciudades históricas.

En Sudamérica, la situación es particularmente delicada. El incremento sostenido de visitantes después de la pandemia ha generado un reto mayúsculo: ¿cómo equilibrar el crecimiento turístico con la conservación del patrimonio? Países como Perú, Brasil, México y Canadá están diseñando estrategias inspiradas en modelos exitosos de España, Portugal y Japón para frenar los impactos del sobreturismo sin sacrificar los ingresos que genera la industria.

Machu Picchu y las medidas para evitar su deterioro

El Gobierno presenta medidas para la venta presencial de entradas a Machu Picchu ante largas colas. El Gobierno presenta medidas para la venta presencial de entradas a Machu Picchu ante largas colas | RPP Noticias

Considerado una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno, Machu Picchu recibe cada año millones de turistas que desean recorrer sus terrazas incas y templos ancestrales. Sin embargo, la presión sobre el sitio arqueológico se ha vuelto insostenible. Antes de la pandemia, los visitantes diarios superaban las 7.000 personas, muy por encima de lo recomendado por la UNESCO.

Para mitigar el impacto, el gobierno implementó un aforo máximo de 5.000 personas al día, con turnos programados y el requisito de ingresar acompañado por un guía autorizado. Además, se discuten propuestas más restrictivas, como reducir el límite a 2.500 visitantes diarios, en línea con recomendaciones internacionales. Estas acciones buscan frenar el desgaste en los caminos de piedra y la alteración de la biodiversidad en la zona, un ecosistema único de bosque nuboso.

Pero Machu Picchu no es un caso aislado. Cusco y el Valle Sagrado también enfrentan sobrecarga turística, con problemas de congestión vehicular, incremento en precios de alojamiento y presión sobre los servicios básicos. Este escenario refleja el dilema que comparten varios destinos: proteger su identidad y recursos sin frenar la economía que sostiene a miles de familias locales.

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