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Los actores de la industria de cruceros están en armas después de que la cámara baja del Congreso de México votara para cobrar un impuesto de inmigración de 42 dólares por cada pasajero de cruceros en México.

Dos tercios del dinero recaudado, además, iría al ejército mexicano, no para mejorar las instalaciones portuarias.

La Asociación Mexicana de Agentes Navieros gritó falta el jueves, diciendo que el cargo podría hacer que México fuera poco competitivo para los cruceros.

"Si se implementa esta medida, haría que los puertos de escala mexicanos se unieran de los más caros del mundo, afectando gravemente su competitividad con otros destinos caribeños", dijo la asociación en un comunicado.

El grupo pidió al Senado de México que no aprobara la medida, que exige que dos tercios de los ingresos de la carga de inmigración se entreguen al departamento de defensa del país, por razones que no están claras.

En el pasado, los pasajeros de los cruceros estaban exentos de la tarifa de inmigración, porque duermen a bordo de los barcos y algunos ni siquiera se bajan del barco durante las llamadas al puerto. Al parecer, se les cobraría la tarifa de 42 dólares de todos modos, de acuerdo con la nueva ley presupuestaria.

Ha habido iniciativas en todo el mundo para frenar los cruceros por temor al exceso de turismo, pero ese tren dejó la estación hace mucho tiempo en el caso de la costa caribeña de México. Cozumel ha sido el puerto de escala más concurrido del mundo durante años, recibiendo alrededor de 4 millones de pasajeros de cruceros al año.