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La crisis es interminable y poco a poco va dejando a las empresas en mínimos jamás imaginados. Este lunes, Tui anunció otros 8.000 despidos para conseguir otros 300 millones de euros de ahorros anuales, como forma para compensar la caída de un 83 por ciento en las ventas de viajes durante el verano que acaba.

La compañía dijo que, no obstante, todos estos recortes terminarán de implementarse en su integridad para 2022. Intentando explicar el desastre, Tui explicó que desde el confinamiento, vendió viajes a 1.4 millones de clientes, pero no pudo darles el servicio por los cambios permanentes en las políticas públicas.

Recordemos, por ejemplo, cómo Gran Bretaña cerró los viajes a España, y cómo después hizo lo mismo Alemania, por poner sólo dos ejemplos. 
Esto, dice Tui, ha llevado a que se haya tenido que dejar en tierra una parte de la flota, de manera que hoy está operando únicamente con el 25 a 30 por ciento de las disponibilidades, a destinos de poco riesgo, pero inhabituales para los viajeros.

El CEO de Tui, Friedrich Joussen, dijo que “la disponibilidad de destinos hoy está muy influida por las políticas de los gobiernos”, intentando decir amablemente que los cambios de criterios, especialmente en algunos países, impiden cualquier operación normal. “El entorno es muy volátil” añadió, de alguna manera presagiando que las cosas no parece que vayan a mejorar.
Joussen, como el conjunto de la industria del turismo, pide por más tests en llegadas y salidas en lugar de cuarentenas que están provocando una profunda inestabilidad.

En medio del marasmo de malas noticias, una positivas: Tui ha llegado a un acuerdo con Boeing para conseguir una compensación económica por la paralización de los 18 aviones B737Max que había recibido y por los otros 61 pendientes, que se han retrasado –por suerte para Tui.